Querido paréntesis.
Desde el ordenado mundo de la ortografía te escribo parafraseando ciertas metáforas elocuentes y vividas, aunque la semántica me robe las lágrimas de mi vida para jamás ser una coma, me entrego a tí en simetria y redondez para que me abraces y me hagas sentir única. En un ejercicio de soledad, deseo tu comprensión y tu anhelo, para dejar de estar sola y recuperar lo único en lo diverso y lo sutil en lo grandilocuente. Tú y yo, parentésis y punto, tranquilidad y bienestar, somos el deseo de muchos y la virtud de otros, en el colmo del amor, la necesidad y el deseo.
Punto.
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